HEROISMO EN NELTUME
El relevo de la guardia se hizo el 11 de Septiembre sin novedad en el
Retén Neltume; enclavado en una boscosa zona de Panguipulli, en la provincia de
Valdivia.
El día era apacible. Nada presagiaba los acontecimientos que en forma
violenta alterarían la rutina de siempre en esa alejada región.
De pronto, la noticia sorprendente, íntimamente anhelada por todos y cada
uno de los hombres ahí destacados, les llenó de gozo. La Junta Militar de
Gobierno proclamaba el comienzo de la liberación nacional.
Pero no todos aceptaban su derecho a ser libres. De los obreros del
Complejo Forestal y Maderero Panguipulli que trabajaban en Neltume, centenar de
ellos, encabezados por el tristemente célebre activista José Liendo, más
conocido por su alias de “Comandante Pepe”, se encaminaron hacia el
Retén para atacarlo.
Poderosa e inesperadamente armados, su actitud hostil y amenazante no
dejaba lugar a dudas. Así lo entendió el Sargento 1° Benito Carrasco Riffo, a
cargo del Destacamento, quien alertó a sus hombres para la defensa. Eran éstos
el Cabo Juan Campos Campos y los Carabineros René Cáceres Aedo y Belisario
Navarrete Sánchez.
Puertas y ventanas fueron reforzadas con sacos de avena y fardos de pasto,
y alistado el armamento. Los familiares del personal, para que no los
asesinaran los extremistas o los tomaran como rehenes, se refugiaron también en
el cuartel.
Entretanto, los sublevados, habían tomado posición, rodeándolo. Eras las
10 de la mañana, y el asedio comenzaba.
Las horas fueron transcurriendo lentamente, haciendo tensa y angustiosa la
espera de los situados. Adoptada ya su inquebrantable decisión de resistir
hasta la muerte, ni la brumadora superioridad de las guerrilleros ni sus
constantes intimidaciones les amedrentaban.
Aguardaban con estoicismo que el ataque comenzara.
El día finalmente cedió paso a las sombras de la noche, y los rebeldes
quedaron ocultos a los ojos de los defensores. La vigilancia se hizo casi
dolorosa, tratando la vista de horadar la oscuridad para evitar ataques por
sorpresa. Dentro del edificio nadie acusaba cansancio ni temor. Se esperaba con
absoluta sangre fría el desenlace de los acontecimientos. Las mujeres y los
niños conservaban igualmente la calma.
Ya de madrugada, repentinamente, el silencio fue roto por una balacera
ensordecedora. Desde todos los costados se hacía fuego contra el Retén con
armas del más variado tipo y calibre, y bombas molotov y cartuchos de dinamita
encendidos llovían sobre el cuartel, haciéndolo fácil blanco del asalto.
En cambio, sólo el fogonazo de los disparos delataba la posición de los
atacantes. Multiplicábanse los carabineros, corriendo de una ventana a otra
para responder el cobarde fuego agresor, sin mayores posibilidades de éxito al
disparar prácticamente a ciegas.
Su moral combativa a pesar de todo se mantenía incólume, reconfortada por
el ejemplo de una mujer, doña Rosa García Rivera, esposa del Jefe del Retén,
quien emulando en su valor a las heroicas Cantineras de la Guerra del Pacífico,
llenaba los cargadores de las armas y les instaba a no desmayar en la lucha.
Luego de una larga hora de combate, la situación se tornó desesperada para
los carabineros, próxima a agotarse la munición. Su destino parecía ciertamente
trágico. Más, abriéndose paso con el fuego de sus fusiles a través del cerco
tendido por lo rebeldes, llegaban en el momento más oportuno los esperados
refuerzos. El Capitán Francisco Pereira Opazo, Cabo Paulino Flores Rivas y
carabineros Rufino Rodríguez Carrillo y Carlos Godoy Henríquez, acudía desde
Chohuenco en auxilio de sus compañeros, dando alivio a su crítica situación.
El desigual enfrentamiento se prolongó todavía un par de horas, hasta que
con las primeras luces del alba, como es propio de cobardes, los sitiadores
huyeron, dispersándose a través de los bosques.
Por fin la espantosa pesadilla terminaba.
La llegada más tarde de dos helicópteros de la Fuerza Aérea con Jefes de
Carabineros y relevos de Valdivia, permitió emprender la persecución de los
extremistas.
Capturado posteriormente el “Comandante Pepe” y otros de sus
secuaces, fueron sometidos a juicio por un Tribunal Militar, y, condenados a
muerte, se les ejecutó el 3 de octubre.
El Cuartel acusaba las huellas de miles de impactos de bala, y los restos
de bombas molotov y algunos cartuchos de dinamita sin explotar esparcidos a su
alrededor eran mudo testimonio de otra página de heroísmo escrita por
Carabineros de Chile, ahora en Neltume, Retén perdido entre bosques del Sur.
(Revista Ercilla, Julio 2001)
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