Por Cristián Labbé Galilea
A pesar que la corrupción no es algo nuevo -existe desde que el mundo es mundo-, la comunidad no deja de quedar “épaté” cuando se conocen casos en que los involucrados son “rimbombantes personajes” a quienes, además, los rodea un aura de profesionalismo y prestigio. Eso porque, desde hace tiempo, la opinión pública está convencida que en nuestro país los peces chicos son los que quedan atrapados en las “redes anticorrupción”, mientras los grandes, “por angas o por mangas”, se salvan.
Ejemplos sobran: Caval, Penta, Fundaciones, Colusiones… y muchos etcéteras. Sin ir más lejos, en estos días se ha destapado otra “caja de pandora” en materia de corrupción de alto nivel, al estilo Al Capone, con la singularidad que se trata de un acreditado abogado de reconocida influencia transversal.
Al protagonista de esta trama se le conoce por su habilidad para “nadar” en aguas que van desde el Partido Comunista hasta la UDI, y desde el mundo empresarial hasta las altas esferas de gobierno, sea este del color que sea, amén de ser un operador en el mundo del derecho, al que nadie ni nada detiene en su afán de garantizar una ventaja espuria.
La opinión publica recién está conociendo los antecedentes de este nuevo caso de corrupción. Sin embargo, con la información disponible, esta prudente pluma está convencida que el caso conlleva una descomposición política, económica, social, ética y moral, lo que además produce un daño irreparable al sistema político vigente.
El país ha logrado, en los últimos 50 años, un desarrollo reconocido a nivel mundial, por llevar bienestar y esperanza a los sectores más vulnerables… Pasamos, con mucho sacrificio, de ser un país mediocre a ser el faro de América, producto de un sistema político, económico e institucional, fundado en los principios y valores de la Sociedad Libre.
Es a ese Sistema al que el “caso Hermosilla” ha lanzado “un torpedo bajo la línea de flotación”, precisamente cuando el gobierno y la izquierda lo único que quieren es hundirlo. No son entonces los corruptos y sus triquiñuelas los únicos amenazados: el riesgo más importante es que el caso sea instrumentalizado para argumentar que el libre emprendimiento y el mundo privado… son la base de la corrupción.
El caso es delicado porque, derivado de la transversalidad del protagonista, hay muchas dudas que deben aclararse: ¿quiénes son los involucrados?… ¿quién y por qué grabó?… ¿por qué se difundió?… ¿Cómo se explica que el jefe de inteligencia del Partido Comunista por 15 años, sea socio, amigo y consultor de la cupulas de la UDI, y además ostente vínculos privilegiados con el mundo político, económico, judicial y académico?
Por último, como sea que evolucione el caso, no nos podemos equivocar: el sistema de libre mercado es la base para el desarrollo y para el bienestar de una nación, lo cual no obsta para que: “cuando el diablo meta la cola, aparezca la corrupción, porque… más ablanda “Don” dinero, que sermón de misionero”.