El crimen imaginario

Economía y Sociedad № 99
Abril – Junio 2019

 “En la sentencia el crimen se comete prácticamente dentro de la DC: el único autor es el doctor Patricio Silva Garín, exsubsecretario de Salud de Frei Montalva, hombre de confianza en la DC; y sus cómplices principales son el chofer Luis Becerra, “Luchito”, empleado de confianza de Frei Montalva y de la DC, convertido en informante de la CNI por las razones de siempre: dinero más amenazas; y Raúl Lillo Gutiérrez, el agente que la jerga de inteligencia llama “de control”, el encargado de mantener activo al soplón. No es inútil recordar además que el jefe superior de la CNI en ese momento era el general Humberto Gordon, exedecán de Frei Montalva y por mucho tiempo considerado filo DC. Una lectura por descarte llegaría a la conclusión de que el marco y el clima del delito están en el ethos de la DC”.

 “Los otros tres condenados son médicos, y dos de ellos tanatólogos (enviados por un médico jefe amigo de Frei Montalva).  Ninguno de los tres estuvo en las cirugías que derivaron en la muerte del expresidente. Se los inculpa porque participaron en lo que confusamente se ha descrito como “autopsia”, cuando en realidad se trató de retirar órganos que entrarían en putrefacción, con el olor consiguiente, en unas pocas horas. Los tanatólogos hablan de “preparar el cadáver” cuando se refieren a estas maniobras”.

 “Y parece como si los acusados lo hubiesen hecho sin el conocimiento de nadie. Se ignora de manera ominosa la presencia de la DC como fuerza política. En aquel momento, el cadáver de Frei Montalva debía servir para dar al régimen una demostración de fuerza como no había tenido nunca antes. El féretro fue instalado en la Catedral para recibir a miles de personas que durante tres días hicieron filas interminables para saludar al insigne muerto. El funeral fue el más grande que se conociera. Y fue un enorme desafío en uno de los momentos en que el régimen no estaba débil -como se ha dicho, con olímpica ignorancia de los hechos-, sino que se sentía más fuerte que nunca. Ese desafío no era posible si el cuerpo invadido por la septicemia no era previamente depurado”.

 “En las operaciones que sufrió Frei Montalva, el primer médico fue Augusto Larraín. Por años se ha discutido la calidad de su intervención y la infección feroz que se derivó de ella. El fallo del juez Madrid se concentra en la segunda y siguientes operaciones -que no habrían existido sin la primera-, realizadas por Silva Garín. En ellas hubo diversas maniobras que habrían causado la muerte, pero no ha logrado establecer cuáles. No ha encontrado ni el momento ni el arma”.

– “Tampoco ha podido “acreditar con certeza” que hubiese una autoridad superior tras el crimen. En consecuencia, por ahora, nadie ordenó ese crimen. Por ahora, el doctor Silva Garín lo cometió solo. Esto es un oxímoron”.

Ascanio Cavallo, “Frei”  (La Tercera, 3.2.19)

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