Entre las posibilidades de sucesión de la actual administración ha comenzado a tomar fuerza la opción de José Antonio Kast, líder de Acción Republicana (AR). Existe un contexto internacional que lo favorece y las condiciones nacionales contienen los ingredientes para ello: alto descrédito de la política institucional; inseguridad y precarización de la vida cotidiana; inmigración y los temores atávicos o inducidos al extranjero pobre; fundamentalismo religioso frente a la disolución comunitaria que genera el mercado; percepción de descomposición social, corrupción y de “falta de autoridad”. Todos los ingredientes para el surgimiento de liderazgos salvíficos extrainstitucionales y para la emergencia sicosocial de una “personalidad autoritaria” en la población que demanda una autoridad fuerte y mesiánica a la cual entregarse simbióticamente.
Por otra parte, Kast ha tenido el cuidado y la perspicacia de
enviar señales claras de reafirmación del modelo económico neoliberal y, de
manera especial, del sistema de capitalización individual y de AFP, pieza
clave, más que de la seguridad social de los chilenos, del financiamiento y
capitalización de las grandes empresas y grupos económicos. Aquí no está en
juego el corazón del modelo económico ha sido el mensaje de Kast al
empresariado, pero este puede ser mejor administrado bajo una superestructura
política y cultural autoritaria, ultraconservadora en lo valórico, y que
dispute la memoria del significado de la dictadura y de las violaciones a los
derechos humanos.
Kast desafía tanto a la derecha como a la izquierda. A la derecha, porque
relativiza y debilita los componentes liberales y democráticos de esta que,
convengamos, nunca han sido muy sólidos, y reintroduce la división entre
liberales y conservadores en los temas morales. Pero, además, revive un
“pinochetismo cultural” que conecta con creencias autoritarias y conservadoras
de hondo arraigo en la derecha. En síntesis, Kast es una radicalización posible
de la derecha en esta etapa histórica.
Para la izquierda, Kast, y la extrema derecha en el mundo, constituye un desafío mayor porque es un tipo de opción que construye un discurso para el mundo popular y del trabajo. Es un hecho suficientemente estudiado el traspaso del voto popular y obrero en países de Europa desde la izquierda a la extrema derecha. La izquierda hasta ahora no ha sabido interpretar la nueva vida cotidiana popular y del trabajo en el contexto de globalización, inmigración, inseguridad y precarización laboral. Su discurso suena lejano y descontextualizado. Más puritano que emancipador.
El factor Kast, más allá del personaje, es un derrotero posible de nuestra evolución política. Una alternativa que requiere pasar de la denuncia moral a una estrategia política capaz de derrotarla.
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