El Presidente Sebastián Piñera, poco dado a la autocrítica – pareciera que cuando se lo trata de escrutar siempre apunta a otro responsable -, señaló hace algunos días que los jueces y juezas estaban asegurando la “impunidad a los delincuentes”. Algunos jueces y juezas – estas fueron sus palabras – “no están aplicando la ley”. La acusación es grave y real. Dejar de aplicar leyes, junto con ser una de las infracciones funcionarias más graves, es, también, un delito.

¿Ha sido responsable el Presidente al formular declaraciones de esta índole? Es el mismo sistema constitucional el que nos ofrece un parámetro para responder esta pregunta. El Presidente de la República tiene antecedentes de que hay jueces y juezas que han dejado de aplicar las leyes especialmente en los casos denominados de DD.HH. (ver Libros publicados por el abogado Adolfo Paúl), entonces debiera ejercer las facultades que la confiere el texto constitucional. De acuerdo a ellas, debe requerir a la Corte Suprema para que declare el mal comportamiento de los funcionarios o, según sea el caso, al Ministerio Público para que, “si hubiere mérito bastante, entable la correspondiente acusación” (art. 32 Nº 13). Nada de esto ha ocurrido.

Algunas voces, como la del ministro Gonzalo Blumel, han tratado de matizar las acusaciones del Presidente – aun cuando para hacerlo, ha debido abandonar las propias palabras que el primer mandatario pronunció -. Sostuvo, así, que los poderes del Estado son titulares de la libertad de expresión. Esto último es correcto.

Por otra parte, los poderes del Estado, si algo son frente a los derechos fundamentales, es ser destinatarios de su cumplimiento. ¿Y el Presidente frente a la conducta de los jueces? Responsable de velar por su buen comportamiento. Un deber constitucional es el proceder de acuerdo a ello, por ejemplo respecto al principio de igualdad ante la Ley, que no se respeta al coexistir dos sistemas procesales penales funcionando simultáneamente, lo que es inconstitucional. Antes bien, ha procurado el rédito político inmediato, aunque irremediablemente – de esto dará cuenta la historia – de escaso aliento, pero la HISTORIA se lo cobrará a él y al Poder Judicial.