Escribe Jaime Guzmán
Escribe Jaime Guzmán
Por Gonzalo Rojas Sánchez
Hoy 1º de abril, a 25 años del asesinato de Jaime Guzmán y muy cerca de su 70 cumpleaños, es mejor dejarlo hablar a él. Dejarlo hablar de su proyecto político, o mejor dicho, de su proyecto humano, un empeño que desarrolló en apenas 25 años en tres ejes fundamentales: docencia, comunicaciones, política.
¿Qué enseñó incansablemente Jaime Guzmán?
Que “el ser humano, por tener una dimensión espiritual que se expresa en su carácter racional y libre, posee una dignidad inviolable y un destino trascendente”.
Que“el fin último del Estado es promover el bien común general, entendido como el conjunto de condiciones sociales que permitan a todos y cada uno de sus integrantes alcanzar su fin personal –que se identifica con su perfección– en la mayor medida posible”
Que “toda sociedad, por definición, es apta para alcanzar por sí misma esa finalidad propia y objetiva. De ahí nace el principio de las autonomías sociales, conforme al cual toda entidad intermedia entre el hombre y el Estado tiene derecho a autogobernarse, es decir, a procurar libremente la obtención de su objetivo. (…) De lo anterior brota como consecuencia el principio de subsidiariedad. Según él, ninguna sociedad mayor puede asumir legítimamente el campo de atribuciones o de acción de una sociedad menor, porque las sociedades mayores nacen para realizar lo que las inferiores no pueden lograr por sí mismas, y no para absorber a estas últimas
Que es necesaria una “permanente armonización entre el desarrollo económico y el progreso social, con especial énfasis en la acción estatal redistributiva para derrotar la extrema pobreza. Se trata así de un desarrollo económico al servicio de un desarrollo integral del hombre”.
Que entendía la democracia “sólo en el carácter de una forma de gobierno, consistente fundamentalmente en el sufragio universal libre, secreto e informado, como método predominante para generar las autoridades políticas, dentro del marco del más amplio pluralismo político compatible con la preservación de la unidad básica del cuerpo social, lo que garantiza la posibilidad de la alternancia en quienes ejerzan el poder. La democracia queda reconocida, entonces, como un medio y no como un fin”.
Que “una democracia sólo puede ser estable cuando en las elecciones populares se escoge entre diversas opciones políticas o tendencias de gobierno, pero en que no se juegue lo esencial de la forma de vida de un pueblo”.
Que su ideario era “de suyo incompatible con el marxismo o con cualquier otra forma de expresión totalitaria. Es igualmente inconciliable con cualquier forma de socialismo que se contraponga al principio de subsidiariedad. En cambio, es compatible con toda postura, sea política, económica o social, partidaria de una sociedad libre”.
Poco, lo fundamental. Lo que algunos olvidan u ocultan, lo necesario para darle a su proyecto una continuidad imprescindible.