Los Comunistas Hacen lo que Quieren

Yo he llamado “momento estelar de la historia de Chile” ése de la noche del 11 de marzo de 1990 en el Estadio Nacional en que Aylwin dijo que debía haber reconciliación entre civiles y militares y la “barra brava” comunista atronó el coliseo con una rechifla memorable. Ahí se desinfló Aylwin, pese a que enérgicamente repitió la frase a voz en cuello: “¡Sí, señores, reconciliación entre civiles y militares!” Porque se dio cuenta de que los comunistas eran capaces de trastornarle su gobierno, mientras los militares no. Ahí se puso al servicio de ellos, concibió la Comisión Rettig para crucificar a los uniformados y consagrar indemnizaciones millonarias para los rojos, que hasta hace poco yo calculaba en 400 millones de dólares anuales, pero parece que me he quedado corto, porque el dirigente de los exonerados políticos, Raúl Celpa, sostuvo en entrevista con Tomás Mosciatti que hay cien mil de ellos que son falsos y eso solo representa casi 300 millones de dólares anuales indebidamente cobrados al pobre e ingenuo fisco chileno.

 

Entonces, los rojos nos pueden estar costando perfectamente más que el peor negocio de la historia de Chile, un programa socialista, naturalmente, el Transantiago, por habérseles impedido tomar el poder por las armas en 1973.

 

Y como su principal móvil es el odio, en estos años lo han vaciado sobre los Presos Políticos Militares, a los cuales han metido a la cárcel atropellando todas las leyes. Y los militares activos, que desconocen por completo la tradición norteamericana de no dejar nunca abandonado a ningún camarada tras las líneas enemigas, cualquiera fuere el costo, sí abandonaron a los caídos suyos ilegalmente presos, caídos tras las líneas comunistas. Ahora, como gran cosa, se felicitan de que a siete de ellos les reconozcan un derecho que tienen todos los presos del mundo civilizado, el de obtener la libertad condicional cuando han tenido buena conducta y cumplido la mitad de la pena.

 

Los comunistas están furiosos y van a acusar constitucionalmente a los jueces que aprobaron, por estrecha mayoría, ese beneficio mundialmente reconocido a todos los reos del mundo. La derecha nunca pudo juntar diez diputados que patrocinaran una acusación constitucional cuando los jueces prevaricaban cotidianamente desconociendo las leyes para meter presos a los militares. En cambio, los comunistas, que hacen lo que quieren, porque todos les tienen miedo, pues matan (su solución siempre ese matar: para tomarse el poder, para eliminar a los adversarios más firmes, a los que están demasiado viejos o a los que están por nacer). Y justamente porque tienen que estar siempre preparados para matar era que Luis Corvalán decía que habían guardado las armas que el Gobierno Militar no les descubrió “por si las moscas…”

 

Me he alegrado particularmente de la libertad condicional del coronel (r) Manuel Pérez Santillán, de excelente conducta y que cumplió la mitad de su condena a cinco años, que los jueces prevaricadores le impusieron por haber ido a visitar al químico Berríos, cuando se hallaba en Uruguay. No tuvo nada que ver con la posterior muerte de éste y, por tanto, nunca hubo una prueba de que hubiera participado en ella, pero los jueces rojos chilenos lo condenaron por el delito de lesa humanidad de “ir a visitar”, así como condenan a otros por los delitos de lesa humanidad de “haber estado ahí”, “leer una lista de nombres”, “trasladar en un vehículo, sano y salvo, a un sujeto, entre dos puntos”. Todos estos son casos reales que cuestan a sendos uniformados años de presidio. Porque los comunistas hacen lo que quieren.

 

Quieren cerrar Punta Peuco (y es posible que lo logren, porque Piñera, al igual que Aylwin, tiembla ante ellos) arguyendo que es “un hotel de cinco estrellas”. No es verdad, pues las celdas son de dos por dos y tienen un camarote de dos camas. Pero sucede que los Presos Políticos Militares son limpios, disciplinados, sacan ellos mismos la basura y tienen el recinto impecable. Entonces los rojos no lo soportan y quieren mandarlos al medio de un penal típico chileno, hacinado, con el suelo cubierto de excrementos, “donde el bueno se hace malo y el malo se hace peor”.

 

Como los comunistas hacen lo que quieren, y sobre todo con Sebastián Piñera, cuyo gobierno anterior fue el querellante en el proceso que mantiene preso al general (r) Orozco, nonagenario y con alzheimer, por el delito de lesa humanidad de “haber salido a averiguar el origen de unos disparos”; y como los militares chilenos dejan abandonados a sus caídos tras las líneas enemigas, bien puede suceder que las recientes siete libertades condicionales concedidas a uniformados sean las últimas. Porque el miedo en Chile es cosa viva y los rojos saben como mantenerlo así y saben dónde tienen guardadas sus armas “por si las moscas”.

 

Más Artículos

Artículos de Opinión

Derechos Humanos en Chile

Paradoja deshumanitaria. Carla Fernández Montero 10 de mayo de 2024 Hemos observado a través de la prensa que el Ministro de Justicia y DDHH Luis Cordero, ha intentado compartir responsabilidades co...

Leer más

Artículos de Opinión

FF.AA. y Carabineros

La verdad va saliendo de a poco:   La amputación de la mano derecha del soldado Conscripto del R I 24 “Huamachuco”, no se habría debido a una hipotermia, sino un shock séptico grave, p...

Leer más

Artículos de Opinión

GOBIERNO Y POLÍTICA

        Enrique Slater @slater_enrique La opinión de una prestigiosa columnista, respecto a las amenazas que desde hace ya tiempo afectan al alma misma de la Patria, se reconoce y...

Leer más