Casi terminando agosto, ya se huelen vientos de ataques a militares en el mes de la Patria, a los asesinos que impidieron un golpe de estado marxista, a los que combatieron a terroristas y guerrilleros que buscaban introducir una ideología foránea en nuestro país, y que se les impidió a costa de mucho sacrificio.

El miércoles pasado fueron los funerales del coronel Sergio Arredondo González, quien falleció de una enfermedad terminal a los 91 años de edad, postrado en el Hospital Militar de Santiago. Sus exequias fueron sobrias, lo acompañaron en su último adiós, familiares, subalternos y amigos que lo conocieron como persona, soldado y  jinete, todos estos roles donde demostró enormes cualidades y virtudes personales.

Desconozco los detalles por los delitos que fue condenado, sólo Dios sabe toda la verdad, no obstante que difícil período le tocó vivir, en un Chile convulsionado, ideologizado e intolerante, propio de la guerra fría que se cernía en el mundo, e integrando un ejército como el chileno, con una disciplina severa, al estilo prusiano, en que las órdenes debían cumplirse conforme a los reglamentos y leyes vigentes, de lo contrario, se cometía el delito de insubordinación, sancionado por el Código de Justicia Militar, que contemplaba, incluso la pena de muerte.

En el funeral me encontré con un oficial, que había sido condenado a la pena de 7 años, por hechos ocurridos en el 73, en que ostentaba el grado de subteniente, con 22 años de edad. Me comentaba que en primera instancia el tribunal lo había absuelto por no existir hechos delictuosos en su contra, no obstante, por algo que no le puede encontrar justificación, la Corte de Apelaciones, en segunda instancia, lo había condenado a cumplir una pena  de 7 años y un día.

Situaciones como la descrita son muchas, la mayoría, además, teniendo en cuenta que si hubo algún militar responsable de dar una orden al margen de la ley, este estaría muerto. Es obvio, si los generales en 1973 tenían entre 50 y 55 años, hoy sus edades oscilarían entre 95 y 100, en el mejor de los casos, estarían con su salud mental bastante perturbada como para defenderse y enfrentar un juicio justo, y esto se debe a que todos los militares están siendo juzgados por un sistema procesal antiguo, obsoleto, por su lentitud, falta de imparcialidad e inquisitivo, en resumen falta de un debido proceso.

El oficial en cuestión, me decía que a raíz de la discusión de la libertad condicional por enfermedad, edad, cumplimiento de más de la mitad de la pena, y del arrepentimiento, que lo mencionan como requisito, que podía hacer una persona cumpliendo condena que se encontraba con buena salud, tenía menos de 70 años e inocente, ¿tenía que mentir diciendo que se arrepentía para poder optar a una salida condicional?  Qué difícil es entender esta situación desde un cómodo sillón de nuestra casa.

Es de esperar que en este mes de la Patria, que se aproxima, prime la cordura, el perdón y no la odiosidad, por ambas o todas partes, y se entienda que ha transcurrido mucho tiempo, 45 años de hechos en donde la mayoría de los responsables –en puridad- no son los militares ni los policías de aquel nefasto período, fue el resultado del mal manejo político, del oficialismo y oposición de la época, de las instituciones de la República que fracasaron en sus cometidos y llamaron a la FF.AA. para que intervinieran militarmente, o sea le solucionaran un problema que se les escapó de las manos. Juzgue usted.

G. Fuentes C.