Son días convulsionados, llenos de odio, agresividad y resentimientos, llenos de penas y amarguras, llenos de desesperanzas……qué más puedo decir.

En este clima de tanto enfrentamiento, pareciera que los únicos culpables son nuestras Fuerzas Armadas, y Carabineros de Chile.

Todos los dardos diariamente apuntan a estas Instituciones permanentes de la República, y los palos son porque lo hicieron, y porque no lo hicieron.

Los Poderes del Estado “no” existen en los problemas del país.

Políticos, Fiscales y Jueces, lo han hecho fantástico, para ellos no hay dardos.

La culpa de sacar la estatua del General Baquedano es del Ejército de Chile, no del Presidente, del Ministro del Interior, ni del puñado de desadaptados que lo destruían, y menos de los anarquistas del parlamento que los dirigen.

Lamentablemente las críticas también vienen desde las mismas tropas, porque lo asumen como una derrota Institucional, y no del país.

En defensa de mi Institución, el Ejército de Chile, y como lo he dicho en otros comentarios, tiene por misión proteger nuestra soberanía, y cualquier otra debe ser ordenada por el Presidente de la República, como Comandante Supremo de la Nación.

Por la crisis social y desastre creado por la clase política en la década de los 60 y 70, no existe ninguno de ellos condenado, solo uniformados que tuvieron que reconstruir el país después de un Pronunciamiento Militar, y que nos salvó de una inminente guerra civil.

Pero los críticos actuales, ni siquiera se han dado la molestia de visitarlos en su actual indigna reclusión de por vida, o en sus tumbas.

Criticar es gratis.

Espero que el rescate de dos de nuestros hombres, efectuados la semana pasada, los haga recapacitar un poco, y vuelvan a creer, como siempre lo hicimos en nuestra época de Soldados.

El año 1981 una tripulación compuesta por dos pilotos y un mecánico del Comando de Aviación del Ejército, más un empleado civil del Instituto Geográfico Militar, se perdieron en las cercanías de Santiago, siendo su último punto de contacto el Cerro el Plomo.

Sus nombres, el Teniente Ricardo Viscaya Foradori, Subteniente Eduardo Reyes Vargas, Cabo Segundo Ramón Sepúlveda Pérez, y el Topógrafo Mario Benavides Moya.

Hubo una extensa búsqueda, pero fue infructuosa, y el helicóptero no pudo ser encontrado, hasta el año 1989 en que un andinista encontró un cuerpo sobre una roca en una de las subidas a la cumbre del Cerro el Plomo, y un poco más arriba parte de una aeronave enterrada en el hielo.

Ese año me encontraba haciendo el curso de pilotos, por lo que tuve pleno conocimiento del hallazgo y rescate.

A principios del año 1990, cuando un Coronel que visitaba al padre del andinista vio las fotos e identifico a la aeronave perdida 9 años atrás, encendió las alarmas y comenzó el operativo para rescatar a nuestros camaradas.

Lamentablemente solo pudo ser posible recuperar el cuerpo del Cabo Segundo Ramón Sepúlveda, ya que las condiciones de hielo no permitieron sacar el helicóptero, y dentro de lo que se podía ver no existía ningún cuerpo.

Se trata de un glaciar, y como tal, muy difícil de trabajar con todas las medidas de seguridad posible.

Las patrullas de montaña tenían que operar completamente amarradas, para no caer en una de las múltiples grietas que había hacia la pendiente.

Con los años la pequeña porción del fuselaje se volvió a tapar, y el rescate no se pudo concretar.

En Enero de este año, un Piloto Comercial divisó el helicóptero, lo fotografió e hizo las consultas en un grupo de WhatsApp de pilotos de helicópteros que operan en Chile.

Los que conocíamos la historia pasada de esa aeronave, nos sorprendió que ya no estaba tapada por el hielo, sino sobre la tierra, por lo que dimos cuenta a la Brigada de Aviación del Ejército.

Inmediatamente comenzaron los trámites para reiniciar el rescate, que quedó inconcluso el año 1990.

Cuento esta historia con orgullo y emoción, porque fui testigo del ímpetu e interés del Comandante en Jefe de la Brigada de Aviación y todos sus hombres, desde que se tuvo la primera señal, por poder recuperar los cuerpos de nuestros camaradas, entregarlos a sus familias, y poder darles santa sepultura.

Lo mismo ocurrió con mi amigo y compañero de curso, que hoy es Jefe del Estado Mayor General del Ejército, quien no dudo ni un minuto en llevar a cabo esta difícil operación, después de 40 años.

Después de concretar el rescate de dos de ellos, el Comandante en Jefe del Ejército despidió en una solemne ceremonia al Subteniente Eduardo Reyes Vargas (Q.E.P.D.), y al Topógrafo Mario Benavides Moya (Q.E.P.D.), tal como lo habíamos hecho hace 31 años atrás con los restos mortales del Cabo segundo Ramón Sepúlveda Pérez (Q.E.P.D.).

Lamentablemente mi Teniente Ricardo Viscaya Foradori aún está allá.

Tengo plena confianza en que una vez que las condiciones meteorológicas lo permitan nuevamente, enviaran nuevas patrullas y aeronaves al mando de un General, como lo hicieron ahora, y recuperaran su cuerpo.

No importa el tiempo transcurrido, nuestro Ejército no lo abandonará.

Ese es mi Ejército, el mismo al que serví por más de 20 años, y por el cual estoy dispuesto a dar mi vida, no el que muchos quieren mancillar y destruir con todo tipo de confabulaciones y mentiras.

Gracias a todos los que participaron en rescatar a nuestros camaradas, y demostrar la fortaleza y grandeza de nuestra profesión.

Gracias

Jorge Tejos Rodríguez
Mayor (R)
Piloto Militar